17 de octubre de 2013

Rehén de tu arte

Siempre que viajo en subte pienso lo mismo: por favor, que no estén.
También lo pensé aquella vez. Bajé los escalones de la estación Congreso rapidísimo. Saqué la SUBE y empujé el molinete con caderas de centroamericana, con fuerza y determinación. Corrí hasta el primer vagón -que es el que en 9 de julio me deja más cerca de la combinación con la línea B- y me senté al lado de un hombre de pantalón marrón feo. A mi derecha se sumó una señora que movía una mano dentro de una bolsa verde con ánimo de sorteadora de fiesta infantil.
Me perdí un rato en la bolsa, adivinando qué buscaría. Y de repente los escuché.

—Vivi, ¿sos vos?
—¡Arturo!

El grupo de teatro del subte había elegido mi vagón. Ellos se hacen llamar grupo pero son dos. Hacen un sketch malísimo –el remate es “¡Arturo, quedaste duro!” – pero eso no es lo peor. Lo peor es que te obligan a participar.

—Qué caras hay en este vagón, un poco de alegría, ¡vamos! –dijo Arturo-. ¡El teatro es lindo!

La compañera de Arturo dijo algo que no escuché y fue entonces que la señora de la bolsa verde le dio sentido a todo:

—Querido, a mí el teatro me encanta, pero a vos no te elegí: somos rehenes de tu arte.

Nos miraron todos. La miraron, pero yo sentía que me miraban a mí. “Rehenes de tu arte”, le dijo. Y yo la voté a lo que fuera en ese instante. “Somos”, dijo. Y nadie se desmarcó del plural.


Arturo siguió con el sketch hasta el “quedaste duro” y pasó la gorra. Mi presidente de bolsa verde le dejó dos pesos, porque “son malos, pero tienen que comer”, me dijo, acercándose a mí con un gesto que pretendió traer el secreto que no fue, porque Arturo también la escuchó. La miró feo pero igual aceptó los dos pesos.

1 comentario:

  1. ¿Le pediste el usuario de Twitter a tu presidente de bolsa verde? me gustaría seguirla! :P

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